sábado, 10 de marzo de 2012

El vuelo del romántico

El Vuelo del Romántico



He soñado con un cielo estrellado,
he soñado con un futuro bien llevado.
Hogar soleado, ventanales gigantescos,
brisa reparadora recorriendo distancias imposibles.
Nací un día de lluvia, con rumor de discusión.
Entre quejidos de madre primeriza y directrices de matrona militar.
Tras el marco, al otro lado, desfilaba un padre, digamos, malhumorado.
Tras los muros, ciudad gris, encuentro de almas.
Marcha agobiante de ruidos arrítmicos.
Juan se debatia entre el bien y el mal, miraba a través de la puerta, pero veía desenfocado, ¿nacía su hijo? ¿Era posible?
Aquella mujer… ¿era la madre? Cómo había llegado a ese punto…
Qué cobardes somos cuando nos damos cuenta de lo realizado.
Cómo cuesta aceptar un hecho que no tiene retroceso…
Sobre todo si no es de nuestro agrado.
Quizá de él, de mi padre, heredé la duda.
Quizá de él heredé mi miedo.
El romanticismo, quizá, sea cosecha propia.
Porque yo nunca creí en mi nacimiento, siempre pensé en la idea de que era un niño deseado. Siempre creí que mi destino era relevante… hasta que el día a día me puso en mi sitio.
Cuesta darse cuenta de que la realidad te aplasta.
¿No será, quizá, que soy uno más?
Me llamo “distante” y mi apellido es “normal”.
Vivo en un país mediocre, rodeado de gente vulgar.
Crecí entre descampados obtusos y relaciones convenientes.
Siempre quise ser el mejor, siempre acabé siendo de lo peor.

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