Partamos
de la premisa de que lo que tú sabes, yo lo sé. A mí no me puedes engañar, sé
lo que escondes detrás de esas gafas de pasta y esa barba poblada y descuidada,
de ese pelo abundante y despeinado que a veces luces recogido en un moño imposible
y a veces suelto a modo de Sandokán urbano. Sé lo que realmente significan esos
pendientes de aro que te dan un aire de corsario, sé el porqué de esos tatuajes
geométricos situados estratégicamente. Sé lo que se oculta bajo tu look informal y descuidado, pero que
mimas al detalle; detrás de ese pasotismo perpetuo, de esa desgana calculada.
Sé qué pretendes con tus modos educados, con tu lectura profunda, sé por qué
escuchas esa música alternativa, independiente, tan de moda en ciertos círculos
bohemios. Nada de escuchar algo normal, lo que le gusta a todo el mundo, no, tú
no, tú estás en otra esfera, altiva, superior, llegas donde la gente de a pie
no llega, surcas el cielo montado en longboard
mientras modelas nubes con formas dignas del David de Miguel Ángel, porque tú
molas, claro que sí. Y no te conformas con poco, tu alrededor tiene que ser
adecuado a tus exigencias, por supuesto. Te empeñas en tener a tu lado a gente
de tu nivel, gente con problemas mentales similares a lus tuyos, con
inquietudes oscuras, con ideologías underground,
que lean a los clásicos y beban buen vino, que pasen horas en una sobremesa
hablando sobre el último vídeo de Björk, o sobre el útlimo fenómeno freak que causa furor en Youtube. Gente
de tu mundillo, publicistas modernos que se preocupan por la belleza, que
rebosan un sentimentalismo adulterado. Gente vacua, al fin y al cabo, que solo
se preocupa por si su sombrero pega con sus zapatos, y de cuál es el sitio más cool de la ciudad donde sirvan sushi, que
luchan contra el tiempo y sobrevaloran la catástrofe, la consideran esencial
para vivir, disfrutan con su depresión y proclaman lo contrario. Pero yo sé que
no eres así, sé qué se esconde tras la primera capa, sé qué hay de falso y de
verdadero en ti, porque yo soy tú y a mí me tienes que escuchar, no hay más
remedio. Yo soy el último que te habla antes de dormirte, y el primero al que
escuchas por la mañana. Soy el murmullo en tu cabeza cuando estás en el baño,
haciendo la comida, tomando café con tu chica, o en esa aburrida fiesta repleta
de gente que no te importa en realidad. Soy quien te hace dudar sobre qué comer
de postre o sobre girar a derecha o izquierda en ese cruce inesperado. Así que
no te engañes y ponle huevos, coge las riendas de tu vida, deja de preocuparte
por el dinero, por si la pared de tu casa es naranja o dorada, y tírate al vacío.
Sé quién quieres ser o, al menos, inténtalo, y deja de llorar, deja de ser la
víctima que siempre eres, deja la rabia y el desprecio, y vive tu vida. Haz eso
que siempre has querido, lárgate de aquí, lárgate en paz. Y no te olvides de
cómo has llegado hasta aquí, sabemos que sueles hacerlo, recuerda las etapas
vividas y no mires a otro lado, como sueles hacer, recibe el dolor y digiérelo,
porque así avanzarás, avanzaremos, así nos transformaremos en lo que siempre
hemos querido ser, uno.
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