El
sujeto era de sexo femenino, no cabía duda alguna, algunos datos de la escena
revelaban que había dejado atrás a la niña que había sido, conviertiéndose en
mujer, en una señora adulta, honesta y cabal. También pudimos deducir que había
tomado algo consigo y lo había llevado hasta nuestra escena del crimen, había
conducido, y transportado el objeto con sumo mimo, lo había localizado,
escogido y movido sin demora, condujo su vehículo en medio del vendaval mientras
el viento movía hojas de un lado para otro en un día de perros. Aportó su grano
de arena a la imagen dantesca que ahora presenciábamos, atónitos ante tanto
infortunio. Junto al cuerpo muerto, sólo encontramos una prenda utilizada para
cubrir su cuero cabelludo, cuándo aún lo tenía, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario